Había una vez una familia, era la más rara del mundo: la abuela Mmmhhhh (significa que se impresionó y se durmió); la mamá “risueña”, quien se ríe de todo, excepto del perro (del perro se carcajea); el papá es “el despreocupado”, no se preocupa de nada excepto cuando le quitan la tele de enfrente; el hermano mayor, quien es el más vanidoso (tiene una cara de “qué onda con ese tipo” que nadie se la quita, excepto cuando se ve en su espejo); la de en medio es “la de en medio”, y todos le dicen “la del medio”, ella siempre cambia su cabello de color igualando al color del que esté pintada la casa, por ejemplo: si la casa está pintada de morado, pinta su cabello de color morado, si la casa es roja su cabello es rojo; el hijo menor es Melman, quien se enfermaba de todo y siempre tiene la nariz rosa.
Les contaré como los conocí: Un día, iba yo en moto, pasando por enfrente de su casa y de repente veo a “la de en medio” a punto de atravesar la calle, vi que un auto venía muy fuerte y descontrolado, entonces la salvé dándome una vuelta y arrastrándome con mi moto… Desperté y un montón de gente extravagante estaba a mi alrededor: era la familia más rara que había visto. Estuve con ellos cuatro días. La familia, como ya lo dije me pareció muy extraña, pero al final me cayeron bien, a pesar de sus defectos descubrí que son muy buenos, y aprendí algo nuevo: no todas las familias son iguales, pero cada una tiene algo en común, todas son buenas para los miembros que las conforman.
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