lunes, 2 de junio de 2008

Amistad

Érase una vez un grupo de amigos, éstos se llamaban: Vicente, Eduardo y Romel. Eran considerados niños prodigio por ser muy inteligentes, pero lo más importante es que eran muy buenos amigos y se podría decir “los mejores de todo el mundo”. Pero desgraciadamente algo sucedió: los padres de ellos se enojaron entre sí, todo por dinero. Entonces se separaron yéndose a vivir cada familia a un continente: América, Europa y Asia.

Los niños crecieron, tenían ya 20 años y ellos habían obtenido un Doctorado cada uno, pero se habían olvidado de casi todas las promesas que hicieron de chicos; entre otras cosas habían prometido que jamás iban a tener novia pero terminaron casados… Incluso habían prometido que no ambicionarían riquezas pero ya habían cometido varios fraudes con tal de obtener dinero y altos puestos. Una de las pocas cosas que no habían olvidado era su religión. Según el mito había un ojo oculto para el mundo pero que observaba todas las cosas que hacías. Esa misma religión decía que cuando morías tendrías como recompensa la vida eterna. Ellos no estaban de acuerdo y se burlaban de esos preceptos en secreto.

Por una extraña casualidad todos viajaban en un mismo avión y se alegraron al verse, pero ahí mismo llegó su fin. El ojo los había castigado. En el momento de su muerte ellos recordaron todos los pactos que habían hecho cuando eran niños. Finalmente cumplieron con el pacto más importante de todos: morir juntos. Ese era su gran pacto de amistad.

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